jueves, 14 de mayo de 2015

Oiga, joven!

Ayer vi el Salvados que el domingo pasado no pude ver porque estaba en el Apolo currando en Churros con Chocolate, donde os cuento anecdóticamente que casi antes de irme tuve un encuentro con un chico de 19 años. Su actitud, sus aptitudes, su conversación, y su discurrir, me fascinaron. No uso aquí "fascinación" como "admiración", sino como algo que simplemente te deja alucinada, flipada, por ser algo muy alejado a ti.

Pero el caso es que ayer vi el Salvados del domingo pasado, en el que Jordi Évole entrevistaba a un ex-miembro de ETA. Cabe decir que os recomiendo que veáis la entrevista, porque creo que hay muchos números de que os remueva, y remover, está bien. A lo largo de la entrevista más de una vez se me escaparon las lágrimas, y más de una vez me fascinó lo que Iñaki Rekarte explicaba. Y algo que estuvo muy presente durante todo su relato era precisamente lo joven que era cuando entró en la banda. Cuando hablaba de ese chico que fue, ese chico que "decidió" entrar en ETA, parecía que no había motivos, o reflexión. No era capaz de explicar exactamente porqué entró. Simplemente era joven, y se lo propusieron, y era guay, y entró. 


Hoy he visto a una chica de unos 16 años que llevaba el botón y la cremallera del tejano abiertos. Y lo primero que he pensado ha sido: "¿Qué hace? ¿Dónde va así?"... me ha fascinado... 

Sin pretender comparar a esta chica y al chico del Apolo, con el chico que entró en ETA, porque las consecuencias de sus acciones son claramente muy distintas, sí veo un punto común en todo: está lejos de mí. 

Quizás es eso, que poco a poco e irremediablemente la vida te aleja de eso, y ya no puedes entenderlo. Sólo, como mucho, podrás aceptarlo y decir: "Ah, mira, el año pasado bragas-short, este año, cremalleras abiertas, y bragas a la vista". 


Acabo con un texto que tiene más de 2300 años. Aristóteles decía esto sobre los jóvenes, y no creo que fuera el primero:


Los jóvenes –dice nuestro maestro– son concupiscentes* de carácter y les encanta hacer siempre lo que desean. Son muy seguidores de las pasiones venéreas.

Son variables y se hartan con facilidad, son fuertemente concupiscentes, pero sus deseos son agudos pero no prolongados, pues se les pasa la pasión deprisa, como la sed y el hambre de los enfermos.

Son apasionados, de cólera  pronta, y se dejan llevar con facilidad por los impulsos. Se dejan llevar por la ira, no soportan ser tenidos en poca consideración y se irritan sobremanera  si se consideran víctimas de la injusticia.

Se pasan en todo, todo lo hacen exageradamente, lo suyo es por doquier la demasía, pecan por exceso, aman con exceso, odian por exceso, no tienen término medio.

Se creen que lo saben todo y hacen siempre afirmaciones contundentes, de lo que deriva su conducta  exorbitante y descomedida.

concupiscentes*: que les gustan los bienes terrenos, los placeres deshonestos



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