miércoles, 23 de septiembre de 2015

La mujer de la cama de al lado

El pasado 10 de Septiembre me rompí el peroné. Se me cayó la moto encima y sentí un dolor que nunca pensé que podría llegar a superar... Me equivocaba.
Ay, pero, perdonad, hace 3 meses que no decía nada, y entro así sin un "Qué tal", "Cómo han ido las vacaciones",... pero esto ha dejado muy atrás los días de verano, y ahora ante mí aparecen dos meses de reposo, rehabilitación y muletas.
Tuve un accidente, y me llevaron al hospital. Tras esperar 12 horas en urgencias, finalmente me subieron a una habitación que fue mi casa durante 6 días. Una habitación con dos camas, la mia, y otra ocupada por una mujer de 84 años, la señora María, con una rotura de tibia. 
La señora María se había caído en el baño saliendo de la ducha. Aunque tenía un pasamanos para agarrarse y su hija la sujetaba de la otra mano, no hubo escape y resbaló de forma que su pierna se introdujo entre un armario del lavabo y la pared. Su tibia se quebró, y ahora estaba en la cama del hospital con un aparato con poleas y hierros que le atravesaba la pierna y le tensaba el hueso hasta que se la pudiera operar. 
Imaginaros cómo ese artilugio, que el personal sanitario llamaba "tracción", y yo más bien llamaría "máquina de tortura", le mantenía la pierna un poco elevada, recta, e inmóvil, de tal forma que los únicos movimientos que podía hacer esta mujer eran de cintura para arriba. 
Ni pensar en levantarse para ir al lavabo! Ni tan siquiera en colocar un cuña bajo su trasero. Con un pañal y dos cambios al día, ya había suficiente dolor como para llenar muchos recuerdos. 

Estos 6 días ingresada he sentido mucho dolor. Más del que había sentido nunca. Estos 6 días he vivido mucho el dolor, y lo he visto y oído mucho. No creo que haya nada más horrible en la vida que el dolor físico, ese que hace que te apagues poco a poco, y pierdas las ganas de seguir viviendo. 

La señora María entró en el quirófano la tarde que yo dejé el hospital. Se me saltaban las lágrimas cuando me despedí de ella. 
"Es usted muy valiente".
"Sí niña, mucho más de lo que muchos creen". 
"Sí. Lo sé. Yo lo he visto". 

Esos días me enseñaron que no estoy preparada para esto.